6 kilómetros de desarrollo / 6 Km of development
Lo que seis personas eligieron / What six people chose.
Versión en español
Estamos en 2023, año electivo. Un año en el que muchos candidatos inundarán las calles con sus publicidades de campaña y donde veremos imágenes editadas mostrando lo idílico de sí mismos.
Esta pequeña historia podría pasar en cualquier rincón del país, ya que incluye nuestros rasgos característicos en cada elección: escoger la cara y no las ideas.
Así, con esta pequeña introducción, comenzamos la historia en un pequeño pueblo de la región andina, donde el domingo se realizaría el último debate frente a la iglesia del pueblo para presentar las propuestas de cada candidato.
Es una elección atípica debido al reducido número de aspirantes; en este caso, dos candidatos.
Por un lado, estaba el hijo del mayor comerciante del pueblo: Carlos. Un muchacho de 25 años que había iniciado sus estudios en Derecho, pero decidió dejarlo debido a sus problemas con el alcohol, ya que esto le generó constantes faltas de asistencia a clases.
Carlos, de un gran carisma, pero con algo de ego, era el favorito de las elecciones. Tenía el músculo financiero ideal para crear una campaña mediática que le permitiera ganar fácilmente sin necesidad de disponer de un buen plan de gobierno.
En la otra orilla se encontraba Johana, una arquitecta de profesión de unos 35 años que había dejado el pueblo hace 15 años para estudiar su actual carrera profesional; regresó hace 7 para radicarse definitivamente en el pueblo.
Johana trabajaba en remoto para una empresa canadiense dedicada a la construcción de casas prefabricadas y se encontraba actualmente estudiando un posgrado en vías y construcción civil. Para ella, el principal problema del pueblo consistía en la baja calidad de las vías con las que contaban. Al ser un pueblo de la zona andina, para llegar allí se debían bordear varias montañas, lo que practicante lo convertía en un circuito de rally extremo.
Los dos contrincantes se conocían desde el colegio ya que Johana fue escogida como la representante escolar venciendo a Camilo Orduz, un joven de carácter jovial que prometió una piscina para el colegio. Johana lo desmintió simplemente explicándoles que, en el mejor de los casos, una obra civil demoraría más de dos años en concretarse para un colegio público, y que el colegio no contaba con los recursos suficientes para financiarla.
Camilo renunció luego de escuchar el argumento de Johana, pues en el fondo no quería ganar ni ser representante del colegio. Su única motivación era saltarse algunas clases con la excusa de tener reuniones.
Para Johana, Carlos era un buen muchacho que tenía mucho potencial ya que contaba con el carisma adecuado para impactar positivamente, pero sentía que le faltaba aún preparación para afrontar el cargo.
Como en todo pueblo, la semana transcurrió lentamente. Las personas realizaron sus actividades diarias y así, a paso cansino y muy lento, llegamos al domingo.
El debate estaba previsto para las 7:00 p.m. Antes de la hora, todo el pueblo se reunió en la tradicional misa de domingo de las 6:00 p.m.
En la iglesia abarrotada, los candidatos se encontraban en la primera fila. Se sentían murmullos de ansiedad por parte de todos los presentes en la iglesia. El padre intuyó este ambiente y, a manera de récord del pueblo, esta sería la eucaristía más corta de la que se tenga registro. El padre simplemente agilizó lo que más pudo su tarea para comenzar el debate.
¡La mesa se colocaría frente a la iglesia y sería moderada… por el mismo sacerdote!
Luego de la bendición final, todos los presentes se dirigieron al frente de la iglesia expectantes del debate que estaba próximo a iniciar.
Carlos llegó primero. Se presentó con una camiseta de color fluorescente, unas gafas negras y grandes accesorios en sus muñecas. Con una gran ovación, fue recibido por los asistentes. Para nadie era un secreto que era el favorito a ganar, su carisma era impresionante y para muchos en el pueblo, Carlos era a lo que muchos aspiraban: tener dinero…
Johana llegó con un traje bastante elegante de color blanco, jeans negros y unos tenis blancos, su outfit denotaba una mujer profesional y moderna.
Una vez dispuestos los candidatos en sus lugares, el padre comenzó con las preguntas:
“Buenas noches, queridos candidatos, como pueden observar, todo el pueblo se encuentra aquí y me encantaría que me explicaran brevemente: ¿cuál será la bandera de su gobierno y de qué manera ustedes puedan ayudar a mejorar lo que el pueblo necesita?”
Johana inició su intervención: “buenas noches, querido pueblo. Quiero decirles que agradezco el poder estar aquí con ustedes y tener la oportunidad de darles a conocer mi propuesta para mejorar las vías de acceso a nuestro hogar. Creo que nuestro municipio se encuentra en una crisis de vías y esto ha llevado a que no podamos generar más dinero para el pueblo, al no contar con la infraestructura idónea para mejorar los tiempos de entrega desde aquí hacia la capital del departamento. Considero que si mejoramos las vías seremos mucho más conocidos, más prósperos y tendremos mucho más turismo que aumente nuestra calidad de vida y, sobre todo, podremos darle oportunidad y empleo a los jóvenes del pueblo que quieran quedarse y trabajar por un mejor lugar. Muchas gracias”.
Una parte del pueblo aplaudió la propuesta de Johana, pero, en su mayoría, se quedó en silencio esperando la propuesta del candidato Carlos.
“Bueno candidato, es su turno ahora. ¿Qué considera usted que necesita el pueblo?”, preguntó el sacerdote.
“Buenas noches, mi querido y amado municipio. A ustedes los llevo tanto en el corazón, que desde que me fui, siempre soñé con estar en esta plaza viéndolos a los ojos y no prometiéndoles, sino confirmándoles lo que voy a hacer”, sentenció Carlos.
“Este pueblo que me ha dado tanto y al que siempre que salgo menciono con gran orgullo, merece todo, y por esa razón, yo se los daré. A ustedes no les faltará nada y de mi parte siempre tendrán un amigo al cual recurrir cuando lo necesiten. Quiero cerrar mi intervención diciéndoles: conmigo no necesitarán nada porque tendrán todo. Muchas gracias”.
Una vez terminada la intervención de Carlos, la plaza entera vitoreó con gran algarabía, el ruido ensordecedor hizo levantar al sacerdote moderador para pedir algo de silencio.
Johana, con un poco de sorpresa, levantó la mano pidiendo permiso al moderador para refutar el mensaje de Carlos. El sacerdote le concedió el permiso con la condición de que fuera breve y respetuosa.
Johana aceptó y con un tono cortés, le dijo: “disculpe candidato, pero siento que en su intervención no dijo nada. Sería bueno que explicara realmente qué tiene su plan de gobierno”.
Carlos le respondió de una manera algo retadora diciendo: “típico de las personas que no ven más allá de lo literal. Yo prácticamente dije todo mi plan de gobierno, solo que no tienes la visión de verlo realizado”.
“UUUUHHHHHHH”, se escuchó en el fondo de la muchedumbre.
“Sí, querido pueblo, déjenme contarles una anécdota corta. Cuando yo era niño, Johana fue la representante del colegio y en su gestión evitó que nuestra amada institución tuviera piscina, ¿se imaginan, queridos paisanos, los atletas que nos perdimos por la poca visión de la candidata?”, intervino Carlos.
“Yo sí creo que entre ustedes estaría un gran nadador olímpico, pero la mezquindad de la candidata no lo permitió, así que no cometan el mismo error. Crean en mí. ¡Un hombre visionario! Nuestro plan de gobierno lo iremos montando con el paso del tiempo, sin afanes ni egos”, concluyó.
“Perdón, pero uno no viene a aprender y menos a engañar a la gente”, refutó Johana.
Un gran chiflido se escuchó en la multitud y Johana entendió que el rechazo generalizado a sus propuestas le anunciaban una derrota el día de las elecciones.
Con algo de orgullo y estoicismo, se levantó y les dijo con gran determinación:
“¡¡Pueblo!! Yo tengo las mejores intenciones y el conocimiento para mejorar el municipio, sé que ustedes no me van a elegir, por lo que veo, pero quiero decirles y aprovechando que está el candidato Carlos aquí presente, que arreglen la vía de acceso al pueblo, solo me interesa mejorarlo, no el poder. Por favor no permitan que el olvido permanezca en nuestro acceso”.
Johana, muy acongojada, se retiró del debate, dejando servida en bandeja de plata la alcaldía del municipio.
Y así, con toda la euforia del debate aún a flor de piel, llegó el día de las elecciones y para nadie era una sorpresa que Carlos sería el ganador. Con un resultado de 3.500 votos contra 6, Carlos fue elegido alcalde del municipio.
Mientras tanto, Johana decidió tomarse un tiempo fuera del pueblo para evitar malos comentarios y hostigamientos por parte de los efusivos ganadores de la contienda.
El tiempo transcurriría y con el pasar del mismo también el mandato de Carlos.
El pueblo caería en una especie de congelamiento. Carlos fue conocido como un alcalde disperso. Se decía que solo iba una vez por semana a la alcaldía y siempre portaba gafas negras dentro de su despacho.
Los programas sociales eran inexistentes y solo se vería un aumento en el presupuesto en un ítem muy, muy particular. Carlos, en un momento de miedo por el aumento de las críticas a su mandato, decidió subsidiar a la mitad el precio de la cerveza en el pueblo, creando así un desajuste en programas importantes como la alimentación escolar de los niños del municipio.
El pueblo vivía en un estado de aletargamiento ya que se sentían solos y con la sensación de haber perdido tantos años en alguien que no dio la talla para el cargo que manejaba.
Johana aparecería dos años después pavimentando un tramo de la carretera.
Ella escogió dentro de los 58 kilómetros que los separaban de la capital del departamento, la zona con más baches de la difícil vía. Exactamente 6 kilómetros. Y lo hizo colocando una valla que sería un eco para todos en el pueblo y les daría una lección para futuras elecciones.
Así que, si van a dicho municipio, no se les olvide recordar a los 6 votantes de Johana, los 6 kilómetros pavimentados y la frase que despide este cuento tomada textualmente de la valla:
“Aquí usted puede ver lo que seis personas con visión creyeron que se haría… ¡¡y se hizo!!”
English version
2023. A year in which many candidates will flood the streets with their campaign advertisements, and where we will see edited images showing the idyllic side of themselves.
This small story could happen in any corner of the country, as it includes our characteristic traits in every election: choosing the face and not the ideas.
So, with this brief introduction, we begin the story in a small town in the Andean region, where the last debate before the church would take place on Sunday to present the proposals of each candidate.
It is an atypical election due to the small number of contenders; in this case, two candidates.
On one side, there was the son of the town’s major trader: Carlos. A 25-year-old who had started his studies in Law but decided to drop out due to alcohol-related issues, leading to frequent class absences.
Carlos, with great charisma but a hint of ego, was the favorite of the elections. He had the ideal financial muscle to create a media campaign that would allow him to win easily without the need for a solid governance plan.
On the other side was Johana, a 35-year-old architect who had left the town 15 years ago to study her current profession and returned 7 years ago to settle permanently.
Johana worked remotely for a Canadian company dedicated to prefabricated house construction and was currently studying a postgraduate degree in roads and civil construction. For her, the main problem of the town was the low quality of its roads. Being a town in the Andean region, reaching there required navigating several mountains, practically turning it into an extreme rally circuit.
The two contenders knew each other since school, as Johana was chosen as the school representative, defeating Camilo Orduz, a jovial young man who promised a pool for the school. Johana simply denied it by explaining that, in the best-case scenario, a civil project would take more than two years to materialize for a public school, and the school did not have sufficient resources to fund it.
Camilo resigned after hearing Johana’s argument because, deep down, he didn’t want to win or be the school representative. His only motivation was to skip some classes with the excuse of having meetings.
For Johana, Carlos was a good young man with a lot of potential, but she felt that he still lacked preparation to take on the position.
Like in any town, the week passed slowly. People went about their daily activities, and thus, slowly and steadily, we arrived at Sunday.
The debate was scheduled for 7:00 p.m. Before that time, the entire town gathered at the traditional Sunday mass at 6:00 p.m.
In the crowded church, the candidates were in the front row. There were murmurs of anxiety from everyone present in the church. Sensing this atmosphere, the priest, as a town record, declared this would be the shortest mass on record. He hurried through his tasks to start the debate.
The table would be set up in front of the church and would be moderated… by the priest himself!
After the final blessing, everyone present moved to the front of the church in anticipation of the impending debate.
Carlos arrived first. He presented himself wearing a fluorescent-colored shirt, black sunglasses, and large wrist accessories. He was received with a great ovation by the attendees. It was no secret that he was the favorite to win; his charisma was impressive, and for many in the town, Carlos represented what many aspired to have: money.
Johana arrived in a quite elegant white suit, black jeans, and white sneakers. Her outfit reflected a professional and modern woman.
Once the candidates were in their places, the priest began with the questions:
“Good evening, dear candidates. As you can see, the entire town is here, and I would love for you to briefly explain: what will be the flag of your government, and how can you help improve what the town needs?”
Johana began her intervention: “Good evening, dear people. I want to thank you for allowing me to be here with you and having the opportunity to share my proposal to improve our roads. I believe that our municipality is facing a crisis of roads, and this has led us to be unable to generate more income for the town, as we lack the proper infrastructure to improve delivery times from here to the department’s capital. I think that by improving the roads, we will be much better known, more prosperous, and will attract more tourism, increasing our quality of life. Moreover, we can provide opportunities and employment to the young people of the town who want to stay and work for a better place. Thank you very much.”
A part of the town applauded Johana’s proposal, but for the most part, it remained silent, waiting for candidate Carlos’s proposal.
“Well, candidate, it’s your turn now. What do you think the town needs?” asked the priest.
“Good evening, my dear and beloved municipality. I carry you so close to my heart that since I left, I always dreamed of being in this square, looking you in the eyes, and not promising but confirming what I am going to do,” Carlos declared.
“This town that has given me so much, and to which I always proudly refer, deserves everything, and for that reason, I will give it to you. You will lack nothing, and from my part, you will always have a friend to turn to when you need it. I want to conclude my intervention by telling you: with me, you will need nothing because you will have everything. Thank you very much.”
Once Carlos’s intervention ended, the entire square cheered with great jubilation. The deafening noise prompted the moderating priest to ask for some silence.
Johana, somewhat surprised, raised her hand, asking for permission from the moderator to refute Carlos’s message. The priest granted her permission with the condition that it be brief and respectful.
Johana accepted and, in a courteous tone, said, “Excuse me, candidate, but I feel that in your intervention, you said nothing. It would be good if you explained what your government plan actually entails.”
Carlos responded somewhat challengingly, saying, “Typical of people who don’t see beyond the literal. I practically laid out my entire government plan; you just lack the vision to see it realized.”
“BOOOOOO,” was heard from the back of the crowd.
“Yes, dear people, let me tell you a short anecdote. When I was a child, Johana was the school representative, and during her term, she prevented our beloved institution from having a pool. Can you imagine, dear fellow citizens, the athletes we missed out on due to the candidate’s lack of vision?” Carlos intervened.
“I do believe that among you, there would be a great Olympic swimmer, but the candidate’s selfishness did not allow it, so don’t make the same mistake. Believe in me. A visionary man! We will gradually implement our government plan, without haste or egos,” he concluded.
“Sorry, but one does not come to learn, and certainly not to deceive people,” refuted Johana.
A loud boo echoed in the crowd, and Johana understood that the widespread rejection of her proposals signaled her defeat on election day.
With some pride and stoicism, she stood up and told them with great determination:
“Town!! I have the best intentions and the knowledge to improve the municipality. I know you won’t choose me, from what I see, but I want to tell you, and taking advantage of the fact that Carlos, the candidate, is here, to fix the access road to the town. I’m only interested in improving it, not in power. Please don’t let neglect linger on our access.”
Johana, very disheartened, withdrew from the debate, leaving the mayoralty of the municipality served on a silver platter.
And so, with all the excitement of the debate still fresh, election day arrived, and it was no surprise to anyone that Carlos would be the winner. With a result of 3,500 votes against 6, Carlos was elected mayor of the municipality.
Meanwhile, Johana decided to take some time away from the town to avoid negative comments and harassment from the exuberant winners of the contest.
Time would pass, and with its passage, Carlos’s mandate would also come to an end.
The town would fall into a kind of stagnation. Carlos was known as a scatterbrained mayor. It was said that he only went to the town hall once a week and always wore sunglasses in his office.
Social programs were nonexistent, and there would only be an increase in the budget in a very, very particular item. Carlos, at a moment of fear due to the increasing criticism of his mandate, decided to subsidize half the price of beer in the town, creating a disruption in important programs like the school feeding for the children of the municipality.
The town lived in a state of lethargy as they felt alone and with the feeling of having wasted so many years on someone who did not live up to the position he held.
Johana would reappear two years later, paving a section of the road.
She chose, among the 58 kilometers that separated them from the department’s capital, the area with the most potholes on the challenging road. Exactly 6 kilometers. And she did it by placing a billboard that would be an echo for everyone in the town and would teach them a lesson for future elections.
So, if you go to that municipality, don’t forget to remind the 6 voters of Johana, the 6 paved kilometers, and the phrase that concludes this story taken verbatim from the billboard:
“Here you can see what six people with vision believed would be done… and it was done!”