Hoy será un gran dia para el hincha / Today will be a great day for the fan
Definitivamente, ¿fue un gran día? / Definitely, it was a great day?
Versión en español
Domingo, 15 de julio, hoy no es un día cualquiera. Hoy es la fecha que define si mi equipo avanza a cuadrangulares finales.
Me levanté con la intención de solo ver el partido y de que este día pasé lo más rápido posible. Que las 7:00 p.m. ocurran en este momento. Sin embargo, es un día laboral, así que me dispondré dentro de poco a mis labores diarias, como será bañarme, desayunar y salir para el trabajo.
Una vez terminado mi baño, voy al closet y veo que mi camisa favorita esta planchada. ¿Por qué no usarla hoy siendo un día tan importante? Así que decidí ponérmela.
Luego, para desayunar abro mi nevera y veo dos porciones de pizza; algo que no será una decisión difícil. Las calenté y las disfruté como la noche anterior cuando abrí la caja y me inundó el olor de queso mezclado con el humo penetrante y grasoso del tocino.
Con energía, con mi ropa favorita y luego de un desayuno genial que cualquier persona con dieta envidiaría, me dispuse a salir a la estación de autobuses.
El clima era de un soleado maravilloso donde no se vislumbraban nubes en el horizonte y, sin embargo, había una fresca brisa que me decía: “hoy será un gran día”. Llegué a la estación y, para mi sorpresa, la parada de espera estaba casi desierta, así que al momento de la llegada de mi autobús pude entrar con calma; casi como si fuera un turno de madrugada donde solo puedes ver al conductor y a tres personas saliendo de algún bar con mareo y canciones aún pegadas en sus cabezas. Tomé asiento y pude tener ese privilegio de la clase trabajadora: escoger mi puesto frente a la ventana y disfrutar el paisaje, definitivamente, “hoy será un gran día”.
El trayecto de mi casa hasta mi trabajo fue de aproximadamente 20 minutos que se pasaron volando, el tráfico fue ligero, tomamos todos los semáforos en color verde, así que solo faltó que en la radio se escuchara alguna canción de los Rolling Stones para hacerlo más que perfecto.
Llegué a mi trabajo y me encontré con una celebración por la consecución de un contrato que tenía en vilo a la compañía y que podría hacer que quienes participamos en dicho proyecto tuviéramos un aumento de sueldo, era increíble lo que estaba pasando este día… Todo era perfecto… Definitivamente, “hoy será un gran día”.
Con mejor salario y con una sonrisa de oreja a oreja, me senté a trabajar pensando solo en la fecha de las 7:00 p.m. Ya me imaginaba en el estadio saltando, cantando, gritando los goles y, por qué no… este día era tan perfecto, que incluso llegué a imaginar a una chica a mi lado con el mismo sentimiento y pasión por mi equipo, me imaginé saliendo del estadio a celebrar en algún bar y pasar toda la noche charlando sobre fútbol y sobre lo genial que era compartir la misma pasión.
Un fuerte grito me hizo levantarme de la silla y salir de mi estado de soñar despierto.
¡Ramírez, ya es hora de salida, vamos que nos deja el Uber! ¿En qué momento se acabó el día? ¿Pasé toda mi jornada laboral soñando?… Bueno, me repuse y salí con una alegría tremenda, definitivamente, “hoy será un gran día”.
Junto a dos compañeros de trabajo, pedimos un Uber y nos embarcamos rumbo al estadio. El solo pensar en sentir el estadio lleno, el papel picado que cae desde la tribuna popular, el grito ensordecedor de los asistentes, la marea amarilla que se pierde en el horizonte y las canciones cantadas por el estadio hasta quedar sin voz, me tenía obnubilado y con una inminente ansiedad de entrar. Solo esperábamos que los filtros de seguridad estuvieran rápidos y, efectivamente, pasó, ya nada podría arruinar esto porque definitivamente, “hoy será un gran día”.
Una vez entramos a la tribuna frontal, mis amigos y yo tomamos asiento y vimos cómo el estadio poco a poco comenzaba a llenarse, las tribunas ya se veían de un solo color y la ansiedad y la tensión se podían sentir. Todos teníamos en nuestra cabeza que la noche de aquel día sería recordada por años, y pensaba que en cualquier día difícil que llegase a tener en un futuro cercano, podría alojarme en los recuerdos de esta noche.
Los 20 minutos de espera para comenzar los himnos se me hicieron eternos, las típicas charlas de informes, recibos y demás tareas del trabajo que nos unía a mí con mis amigos nos alcanzaron incluso, para pensar qué haríamos mañana una vez llegáramos a nuestro turno. Así pasamos esos eternos 20 minutos hasta que el árbitro dio inicio al encuentro; todo lo que pasé esa jornada, la ansiedad y emoción, llegaban a su clímax, era el momento por el que tanto había esperado… Les seré sincero: vi todo el partido de pie, la emoción no me dejaba relajarme, en ese momento yo me sentía como el único espectador, donde solo pensaba: “hoy será un gran día”…
Minuto 35 del primer tiempo: Pérez se adelanta por la banda derecha y lanza un centro dirigido a la cabeza de Cardona, Cardona se levanta, pero antes de golpear el balón recibe un codazo y cae al suelo, sus compañeros, viendo la situación, reaccionan increpando al árbitro que sin dudar señala con su brazo el punto penal… En ese momento, todo el estadio gritó al unísono con la esperanza de que se abriera el marcador y pudiéramos celebrar… Definitivamente, “hoy será un gran día”.
Cardona se levantó y pidió el balón, lo tomó con una confianza y nervios de acero, lo acomodó en el centro del área y sin titubear, tomó impulso y anotó el primer tanto del partido con un potente disparo al centro del arco. La multitud enloqueció y solo pude sentir un abrazo desde mi costado derecho con una frase que se perdía con el ruido del ambiente: “hombre, este año sí es”… Definitivamente, esta será una gran noche.
Con esa emoción latente, el partido siguió hasta que, faltando dos minutos para terminar, el árbitro se percató de algo. Todos nos miramos extrañados por la abrupta detención del juego. Al parecer, era algo grave y nadie podía percatarse de qué se trataba. El árbitro se dirigió rápidamente al banco del equipo suplente para preguntar sobre una información que le llegaba desde la comunicación interna. Luego, sumamente molesto, el juez gritó a todos los que estaban presentes y se dirigió hasta el centro del campo. Con una confusión generalizada, hizo sonar su silbato y, señalando con sus manos el centro del campo, dio por terminado el partido. Habíamos ganado…
Dos segundos después, el estadio estalló de alegría, la gente se abrazó y todos salimos del lugar con un éxtasis casi similar a la alegría máxima… había sido una gran noche. Solo esperaba llegar a mi casa y recostarme pensando en lo genial que había sido este día.
Mientras caminaba, alguien en la fila de salida hablaba fuertemente junto a otro colega sobre la razón de lo sucedido en el partido en los últimos minutos: resulta que el equipo contario había realizado
cuatro cambios de jugadores extranjeros donde, por reglamento de la liga local, solo se permiten tres. Es decir, no ganamos por 1-0 sino por 3-0, aumentando nuestra diferencia de gol en la tabla general; es increíble que esto aún pase, cómo no darse cuenta…
Así que el azar y el esfuerzo se unieron para hacer de este día un gran día.
Es increíble que la pasión por algo te nuble la razón, luego, más tranquilo, pensaba: es verdad que mi equipo pudo haber perdido y no haberse dado una noche como la de hoy, pero existen esos días donde todo se junta para salir bien, como decía mi madre: “si todo sale perfecto en un día, solo queda comprar la lotería”. Así que una vez llegué a mi barrio, caminé una cuadra de más para ir hasta la farmacia de la esquina para comprar la lotería que jugaba esa noche. Al llegar al local, estaba tan oscura la calle que solo pude ver el letrero de la farmacia, no me importó y caminé hasta mi destino, saludé cortésmente a la señora que me atendió y le dije: “dame el 1935 de la lotería nacional”. Escogí este número por la camiseta de Cardona y el minuto de su gol.
Pagué mi boleto, me despedí y antes de voltearme sentí un frío por mi cuello… era un arma, alguien altamente agitado me dijo: “¡dame todo lo que tengas!”, pero, en mi estado de shock, solo dije: “todo lo que tengo es este boleto de lotería”, el sujeto lo tomó de mi mano y emprendió la huida, desapareciendo en el horizonte de una calle sin iluminación.
La señora que veía por dentro de unas rejas, solo atinó a decirme “usted es muy de buenas… como si el ladrón se fuera a ganar la lotería hoy, seguro usted tuvo un pésimo día”.
English version
Sunday, July 15th, today is not just any day. Today is the date that determines whether my team advances to the final playoffs.
I woke up with the intention of just watching the game and making this day pass as quickly as possible until 7:00 p.m. However, it’s a working day, so I’ll soon get ready for my daily tasks, such as taking a shower, having breakfast, and heading to work.
After finishing my shower, I go to the closet and see that my favorite shirt is ironed. Why not wear it today, considering it’s such an important day? So, I decided to put it on.
Next, for breakfast, I open my fridge and see two slices of pizza; an easy decision to make. I heat them up and enjoy them, just like the night before when I opened the box and was engulfed by the smell of cheese mixed with the penetrating and greasy smoke of bacon.
Energized, in my favorite outfit, and after a fantastic breakfast that anyone on a diet would envy, I set out for the bus station.
The weather is wonderfully sunny with no clouds on the horizon, and yet, there’s a fresh breeze telling me, “today will be a great day.” I arrive at the station, and to my surprise, the waiting area is almost deserted. So, when my bus arrives, I can board calmly, almost as if it were an early morning shift where you only see the driver and three people stumbling out of a bar with dizziness and songs still stuck in their heads. I take a seat and have that privilege of the working class: choosing my seat by the window and enjoying the scenery, definitely, “today will be a great day.”
The journey from my house to my workplace takes about 20 minutes, which fly by. The traffic is light, we catch all the green lights, so the only thing missing is a Rolling Stones song on the radio to make it more than perfect.
I arrive at work and find a celebration for securing a contract that had the company on edge and could result in a salary increase for those involved in the project. It’s incredible what is happening this day… Everything is perfect… Definitely, “today will be a great day.”
With a better salary and a wide smile, I sit down to work, thinking only about the 7:00 p.m. date. I already imagine myself in the stadium, jumping, singing, screaming for the goals, and, why not… this day is so perfect that I even imagine a girl next to me with the same feeling and passion for my team. I imagine leaving the stadium to celebrate in a bar and spending the whole night chatting about football and how great it is to share the same passion.
A loud shout makes me get up from the chair and snap out of my daydreaming.
“Ramírez, it’s time to leave, our Uber is waiting! When did the day end? Did I spend my entire workday daydreaming?… Well, I composed myself and left with tremendous joy, definitely, “today will be a great day.”
With two colleagues, we ordered an Uber and embarked on our way to the stadium. Just thinking about feeling the stadium filled, the confetti falling from the stands, the deafening roar of the attendees, the yellow wave disappearing on the horizon, and the songs sung by the stadium until losing their voices had me spellbound and with an imminent eagerness to enter. We only hoped that the security checks would be fast, and indeed, it happened; nothing could ruin this because definitely, “today will be a great day.”
Once we entered the front stands, my friends and I took our seats and watched as the stadium gradually filled up. The stands were already a single color, and the anxiety and tension could be felt. We all had in our minds that the night of that day would be remembered for years, and I thought that on any difficult day I might have in the near future, I could dwell on the memories of this night.
The 20-minute wait to start the anthems felt endless, the typical work-related discussions of reports, receipts, and other tasks that connected me with my friends even reached the point of thinking about what we would do tomorrow once we finished our shift. That’s how we spent those eternal 20 minutes until the referee kicked off the match; everything I went through that day, the anxiety and excitement, reached their climax. It was the moment I had been waiting for so much… I’ll be honest: I watched the entire game standing, the excitement wouldn’t let me relax. At that moment, I felt like the only spectator, thinking only, “today will be a great day.”
35th minute of the first half: Pérez advances down the right wing and sends a cross aimed at Cardona’s head. Cardona rises, but before hitting the ball, he receives an elbow and falls to the ground. His teammates, seeing the situation, react by confronting the referee who, without hesitation, points to the penalty spot… At that moment, the entire stadium shouted in unison with the hope that the score would open, and we could celebrate… Definitely, “today will be a great day.”
Cardona got up and asked for the ball, took it with confidence and nerves of steel, placed it in the center of the penalty area, and without hesitation, took a run-up and scored the first goal of the match with a powerful shot to the center of the goal. The crowd went wild, and I could only feel a hug from my right side with a phrase that got lost in the ambient noise: “man, this year it is” … Definitely, this will be a great night.
With that latent excitement, the game continued until, with two minutes left, the referee noticed something. We all looked at each other in surprise at the abrupt halt of the game. Apparently, it was something serious, and no one could figure out what it was. The referee quickly went to the substitute team’s bench to inquire about information that came through internal communication. Then, extremely annoyed, the referee shouted at everyone present and went to the center of the field. With widespread confusion, he blew his whistle and, pointing to the center of the field, declared the end of the match. We had won…
Two seconds later, the stadium erupted in joy, people hugged each other, and we all left the place with an ecstasy almost similar to the maximum joy… It had been a great night. I only hoped to get home and lie down thinking about how great this day had been.
As I walked, someone in the exit line was loudly talking with another colleague about the reason for what happened in the last minutes of the game: it turns out that the opposing team had made four substitutions of foreign players where, according to the local league regulations, only three are allowed. That is, we didn’t win 1-0 but 3-0, increasing our goal difference in the general table; it’s incredible that this still happens, how did we not notice…
So, chance and effort came together to make this day a great day.
It’s amazing how passion for something clouds your judgment; later, calmer, I thought: it’s true that my team could have lost and not had a night like today, but there are those days when everything comes together to go well, as my mother used to say: “if everything goes perfectly in a day, all that’s left is to buy the lottery.” So, once I reached my neighborhood, I walked an extra block to go to the corner pharmacy to buy the lottery I played that night. Upon arriving at the store, the street was so dark that I could only see the pharmacy sign. I didn’t care and walked to my destination, courteously greeted the lady who attended me, and said, “give me the 1935 of the national lottery.” I chose this number because of Cardona’s shirt and the minute of his goal.
I paid for my ticket, said goodbye, and before turning around, I felt a chill down my neck… it was a weapon, someone highly agitated told me, “give me everything you have!” But, in my state of shock, I just said, “all I have is this lottery ticket,” the guy took it from my hand and fled, disappearing on the horizon of an unlit street.
The lady, peering through some bars, only managed to tell me, “you are very lucky… as if the thief were going to win the lottery today, surely you had a terrible day.”